Objeto de adoración desde tiempos remotos, fuente de misterio y centro de la supervivencia humana, la tierra está presente en muchos de los mitos y las religiones del mundo. La fertilidad de la tierra está fuertemente asociada a la fecundidad, por lo que en la gran mayoría de las tradiciones se describe como un personaje femenino, una madre fuente de vida.
En el ciclo de los cinco elementos, en el cual se basa la Medicina Tradicional China, la Tierra se sitúa en el centro, y es la primera fuerza estabilizadora, el punto de apoyo de los otros cuatro (Agua, Madera, Fuego y Metal).
La tierra es la madre de la vida. La arcilla es una sustancia primordial, uno de los componentes principales de la superficie terrestre y una variante del suelo que ejemplifica muchas de sus funciones. Por sus cualidades, se cree que la corteza terrestre podría haber sido arcillosa cuando se produjo la evolución gradual de la materia inorgánica a la orgánica.
En el Antiguo Testamento, Adán, el primer hombre, fue creado por Dios, que lo moldeó a partir de arcilla. Infinitamente maleable, la arcilla es flexible y receptiva, uno de los materiales más versátiles que se conocen. Sus moléculas forman bonitos y perfectos cristales, con un área superficial mayor que cualquier otro material, lo que hace que puedan contactar, reaccionar y enlazarse muy sólidamente con todo lo que las rodea.
Como un agua transformada, la arcilla puede moldearse fácilmente con las manos y con las superficies con las que se encuentra en contacto. Cuando se seca gana rigidez, y cuando se cuece se transforma de manera irreversible en un material sólido y compacto. Debido a estas cualidades plásticas siempre se ha utilizado en el ámbito doméstico para hacer vajillas y como barro en esculturas y construcciones.
Existen distintos tipos de arcilla que suelen agruparse por colores (verde, blanca, roja, amarilla, gris, azul y beige), siendo aquí la verde normalmente la más conocida y utilizada en los tratamientos de naturopatía y cosmética natural, y en menor medida la blanca en forma de caolín.
La diferencia de color entre las arcillas depende de las cantidades de minerales que contienen -sobre todo óxido de hierro, silicio, aluminio y cobre-, de la edad de la propia arcilla y de la ubicación de los yacimientos extractivos.
El empleo de la arcilla para mejorar la salud es un remedio antiquísimo. Hay constancia de su uso en todas las épocas y continentes para el tratamiento de todo tipo de enfermedades, heridas, afecciones de la piel y problemas inflamatorios. El hombre probablemente imitó a los animales, que buscaban en el barro arcilloso el remedio a sus males.
Si bien dejó de utilizarse de manera habitual en el siglo XIX con la incorporación a la vida cotidiana de los progresos de la química, hoy en día sigue siendo un elemento básico del botiquín natural.
Usos de la arcilla en medicina natural
En medicina natural la arcilla suele emplearse exteriormente, en forma de cataplasmas y emplastos, en aplicaciones localizadas para el tratamiento de inflamaciones de diversa naturaleza, tanto a nivel orgánico como tisular u osteoarticular, por su potente poder de absorción y capacidad de drenaje de las impurezas de los tejidos y por su interesante aporte de minerales y oligoelementos.
De forma interna también puede utilizarse como tónico, depurativo, remineralizante y antioxidante alcalino del organismo. Está indicada en caso de irritaciones, acidez de estómago y hasta úlceras gástricas. Además, debido a su acción alcalina y junto a una alimentación adecuada, ayuda a equilibrar el pH intestinal y es útil en la eliminación de parásitos e infecciones microbianas.
Para el uso interno suelen utilizarse la arcilla verde o la blanca. El caolín suele ser la más pura entre las arcillas, y es más rica en aluminio que la verde, pero también más pobre en oligoelementos y con menor poder absorbente. En todo caso, independientemente del tipo de arcilla que se decida utilizar -se aconseja siempre consultar con un profesional-, es imprescindible emplear arcillas de calidad óptima y certificada.
Evidentemente, debe utilizarse únicamente arcilla pura, finísima, ventilada, sin arena y específicamente seleccionada para su uso interno (se recomienda adquirir sólo arcilla ya envasada y preparada por marcas de comprobada calidad[1]) y nunca emplearla en caso de oclusión intestinal, hernia abdominal, durante el embarazo o si se están tomando laxantes o algún tipo de medicación.
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[1] La ‘Arcilla blanca sin arena para tomar’ de A.Vogel Bioforce y la ‘Arcilla blanca’ de Soria Natural son algunos ejemplos de arcillas que cumplen estos requisitos de calidad.
Bibliografía:
:: Propiedades de la arcilla (I y II), Pedro Ródenas, Integral 6 y 7, Barcelona, 1978.
:: Cómo cura la arcilla, Marie-France Muller, manuales Integral, Barcelona, 2000.
:: Nuevo tratado de Medicina Natural (Nuestra tierra, nuestra cura), Raymond Dextreit, Edaf, Madrid, 2001.