El cuerpo elimina las toxinas neutralizándolas directamente o excretándolas por vía urinaria o fecal principalmente y, en menor medida, a través de piel y pulmones.
Las toxinas que el organismo no consigue eliminar se van acumulando en los tejidos, sobre todo en los acúmulos adiposos.
Si los órganos responsables de la desintoxicación se encuentran sobrecargados o no funcionan correctamente por una falta de nutrientes esenciales, se crea una condición de toxicidad.
El hígado es un órgano extremamente complejo que participa en casi todos los procesos metabólicos y su papel es crucial en los procesos de desintoxicación del organismo.
Por un lado, filtra y transforma las sustancias tóxicas y que entonces pueden eliminarse. La gran mayoría de los desechos liposolubles resultantes de estos procesos de metabolización hepática confluyen en el intestino, gracias a la acción de la bilis, y desde allí son excretados por medio de las heces; en cambio los riñones se encargan de filtrar los residuos hidrosolubles y eliminarlos con la orina. Piel y pulmones también intervienen en este proceso, aunque en proporción muy inferior respecto a los otros órganos, eliminando cierta cantidad de toxinas mediante el sudor y la respiración.
Con la expresión “hígado perezoso” se indica un bajo rendimiento en la función hepática, condición que afectando un órgano tan crucial para el buen funcionamiento del organismo, puede tener efectos profundos en nuestra salud. En cambio, un hígado sano es sinónimo de energía y vitalidad.
Las principales causas que pueden afectar la funcionalidad hepática en la mayoría de los casos se deben a un exceso de exposición a sustancias toxicas o bien a la insuficiencia en la producción y secreción de la bilis y/o de los enzimas que intervienen en los procesos de desintoxicación (normalmente por carencias nutricionales o genéticas).
Una de las causa principales de insuficiencia biliar y alteración de la función hepática es el consumo de alcohol, que en medida variable según la morfología y sensibilidad de cada persona, resulta ser uno de los principales responsables del acumulo de grasa en el hígado y otras alteraciones.
Pero, si está en condiciones de poder funcionar, este órgano destaca también por su gran capacidad para auto-desintoxicarse y auto-regenerarse.
¿De qué manera podemos cuidar de nuestro hígado a diario para preservar y potenciar sus calidades naturales?
Para optimizar la funcionalidad hepática, básicamente hay que mantener controlados 2 aspectos: toxinas y grasas.
1. Normalizar los sistemas de desintoxicación y proteger el hígado de las toxinas, ante todo bajando su ingesta pero también facilitando su eliminación.
2. Controlar la acumulación de grasas. Como siempre, una correcta alimentación es estratégica para nuestro bienestar y también en este caso nos puede ayudar diariamente a mejorar y sostener la función hepática.